Relato 1: los hechos. El asesinato en junio por parte de la policía bonaerense de dos jóvenes en una protesta piquetera: Darío Santillán y Maximiliano Kosteki, muertos en las cercanías del Puente Pueyrredón.
Relato 2: los medios. Al calor de estos acontecimientos, asistimos a un cierto periodismo que condena la “violencia de los piqueteros”, que pretende ser neutral y aséptico con frases tales como “todos tenemos derechos a transitar sin que nos corten las rutas”, “los pi-queteros también van armados” (con palos y gomeras, frente a la policía más y mejor armada del país). A veces, en cambio, son claramente menos neutrales, como cuando afirman que “los piqueteros se mataron entre sí”. Parece ser, nos dicen los medios, que la policía sólo cumplió con la aplicación de la ley, que a pesar de los muertos todo es como debiera ser en un sistema democrático.
Relato 3: los medios también. Al día siguiente de esa jornada represiva, circularon por los medios nacionales las imágenes tomadas por fotógrafos y camarógrafos con las cuales se hizo visible que las muertes no fueron sólo muertes: la policía persiguiendo a los mani-festantes, los policías disparando con balas de plomo sobre los piqueteros y borrando las huellas de su accionar. La imagen del comisario Alfredo Franchiotti, sonriendo frente al joven muerto, recorre el país. El periodismo, ahora sí, habla de cacería, excesos, de fusila-mientos. Habla de su propio lugar en la misión de defender la ver-dad.
¿Qué papel jugaron los medios y el periodismo en este caso? ¿Sólo transmitieron información? ¿Tomaron posturas a partir de sus intereses económicos y políticos? ¿Se vieron superados por los hechos? ¿Fue el periodismo el que trabajó por la verdad, o fue el que diseñó las numerosas opacidades de la información? Aquellos que intentamos tener una visión crítica de los medios, durante años hemos tratado de buscar respuesta a estas preguntas a partir de la conceptualización de los medios como herramientas de control, como instrumentos de opresión simbólica. Otros, los han visto como herramientas extraordinarias para posibilitar la democratización de las sociedades, como aquellos que permiten la puesta en común de los saberes públicos.
Los acontecimientos del 26 de junio hacen estallar cualquier respuesta que se piense de un modo unidimensional, apelando a una sola vía para la interpretación. Analizar los medios excluyentemente desde su estigmatización o salvación no conduce a explicar demasiadas cosas. Por el contrario, un examen riguroso exige una mirada que cubra la complejidad de voces, intereses, contradicciones que hacen de los medios un espacio donde hoy emerge y se reconfigura la conflictividad social.
En este número de Tram(p)as de la comunicación y la cultura nos proponemos discutir en torno al lugar que hoy los medios y el periodismo ocupan dentro del espacio social. Desde dónde hablan, qué dicen, qué deberían decir en momentos históricos donde se desmoronan las certezas construidas, son algunas de las preguntas que nos interesan llevar al debate, sabiendo que no es un debate que corresponda sólo a los ámbitos académicos, sino a la sociedad toda. Hoy es más que claro que los medios de comunicación no pueden ser concebidos únicamente como transmisores de información. Es necesario comprenderlos en su carácter de agentes sociales que, como tales, disputan poder con otros agentes en el espacio social, asumiendo discursos preexistentes y compitiendo con otras prácticas y entre sí para legitimarse como espacios de expresión y representación colectiva.
Los medios no son sólo técnicas, instrumentos neutros; adquieren sentido desde un espesor sociocultural e histórico. No reflejan la realidad sino que contribuyen junto a otros actores a construirla, y esto es así porque no solamente aportan un discurso propio de lo social, sino porque para poder hacerlo ese discurso tiene que ser al menos aceptable. Es decir, posible de ser dicho en determinado momento histórico, lo cual descentra del escenario a los medios: en nuestros relatos, que se afirme que los piqueteros son violentos y se matan entre sí, o que se pueda decir que la policía es corrupta, implica mu-cho más que una cuestión vinculada a los medios de comunicación. Se trata, nada más ni nada menos, que de la visibilización de los enfrentamientos y pugnas políticas y económicas que hoy se están dando en la vida cotidiana de los argentinos.
La problematización en torno al lugar que ocupan y que deberían ocupar los medios y el periodismo argentinos es una discusión que va más allá de ellos, que nos lleva hacia las tramas complejas, materiales y simbólicas, de una formación histórica, lo cual hace aún más urgente y necesario el debate. Pensar el periodismo y los medios hoy exige el compromiso intelectual y político de la crítica, de la creatividad y del estar intranquilo frente al mundo vivido como verdadero. Los medios son, pero no son en una sola vía, bajo un único designio: aprehender su complejo lugar implicará la posibilidad de otro posible diseño.
Florencia Saintout
Jorge Huergo
Directores
Indice
ANCLAJES
“Represión y Periodismo. La Desaparición de la Etica”
Martín Malharro
“Autoregulación de los Medios. La Acción de la Sociedad Civil”
Héctor Becerra
“Periodistas y Empresas. La Etica Rebelde”
Carlos Milito
“Reality Shows. Políticas de Mercado y Televisión”
Rodolfo Luis Brardinelli
“Mobileros Radiales. Insuperable Táctica del Acoso”
Jimena Lachalde
“Diario Crónica. Las Razones de un Estilo”
Florencia Burgos
CONVERSACIONES
Entrevista a María Seoane.
“Los Medios Compraron el Modelo Económico y Social del Menemismo”
por Carlos Guerrero, Claudio Gómez y Emiliano Albertini
NOTA AL PIE
“Fútbol, Patria y Mundiales. ¿La Vida por Batistuta?”
Pablo Alabarces