Trampas 02 - Jóvenes

Cada vez más evidente y compleja se nos hace la trama de la juventud en la cultura. Una situación que, en el caso de la ciudad de La Plata, conjuga la vida universitaria con el dramatismo de la pobreza y la miseria. Un mapa sin referencias demasiado fijas, donde la juventud carga con los lastres de una estructura tremendamente injusta y con los rastros de otras identificaciones, como lo son las se-xuales, las de género, las religiosas, las mediáticas, las del mercado, las políticas... Pero reducir la trama de las culturas juveniles a aquellas descripciones etnográficas que suelen celebrar sus prácticas y sus oposiciones, puede resultar una peligrosa trampa para los estudios culturales de comunicación.

El problema no debe reducirse a determinar (entusiasta e ingenuamente) los espacios y los procesos de comunicación que constituyen la juventud: las novedosas formas de socialidad, los lazos creados en la esquina o en la calle, las configuraciones mediáticas y tecnológicas de las prácticas, las sensibilidades que las atraviesan, los códigos y las modalidades de presentación, o de irrupción, en los espacios públicos. Desde una perspectiva de los estudios culturales críticos, se trata, acaso, de pesar/pensar en qué medida los jóvenes están siendo “leídos” y “hablados” por lenguajes hegemónicos y están siendo “escritas” sus experiencias por nuevas formas de la moral dominante. Lo que implica interrogarnos, como contracara de la fascinación, por el carácter político de las culturas juveniles.

Vale recordarlo: la palabra “juventud” tiene como raíz jus, término del cual también proviene “justicia”. La juventud, como la justicia, es algo que irrumpe en el juego normal y regular de la vida social. Más que una “etapa” o una “edad” de la vida, es lo que imprime la vital imprevisibilidad que hace que la vida pueda ser vivida, superando las condiciones que limitan y atentan contra las formas de la vida humana. La juventud encarna, acaso, un movimiento de ruptura de lo invisibilizado, de lo que no se quiere ver; y en ese sentido, un movimiento que irrumpe como condición de lo político.

Tal vez la politicidad de la juventud no tenga tanto que ver, sin embargo, con lo novedoso y original, o con lo meramente alternativo y lo transgresor, como si fuera posible, en una formación hegemónica, “leer y escribir” la experiencia, la vida y el mundo desde supuestas (e idealistas) plataformas extralingüísticas. No es posible imaginar, sino sólo en el orden ideal, una comunidad transparente de comunicación o una producción totalmente autónoma de los sujetos. Conviene evocar que, lamentablemente para las posiciones celebratorias de lo alternativo, el sujeto se constituye por medio de un reconocimiento falso; que el traumatismo constitutivo del antagonismo social es imposible de integrar y disolver. La juventud nunca es el ejemplo de lo original, carente de historicidad y de memoria. En las prácticas y representaciones la comunidad es hablada; pero, a la vez, la comunidad habla en las culturas juveniles. La cultura juvenal no está aislada: es una experiencia dialógica pero conflictiva, con referencias sociales e históricas ante los cuales, incesantemente, la juventud quiere irrumpir.

Las tramas de las culturas juveniles cargan los rastros de memorias acalladas y resignifica memorias de luchas y proyectos. Pero las culturas juveniles también articulan las memorias instaladas a la fuerza por la perversa trampa del mercado y sus dispositivos de saqueo y por la máquina de fascinación neoliberal. Allí la memoria se hace marca en los cuerpos: las modalidades del ajuste estructural están determinando formas dominadas de las culturas juveniles, modos atravesados por la injusticia y el desempleo. En ellas, los jóvenes devienen sólo un objeto de “pánico moral” para los imperativos hegemónicos.

El desafío, como en otros campos de los estudios culturales de comunicación, consiste en reconectar el gran orden económico-cultural de producción hegemónica con la producción y construcción de significados de los sujetos. De manera de poder no sólo apreciar, sino alentar la salida del conformismo y la construcción (incesantemente imprevisible) de prácticas y proyectos de transformación y de resistencia.


Florencia Saintout
Jorge Huergo
Directores



Indice

ANCLAJES

“Bautizar el Desconcierto”
Rossana Reguillo

“Los Jóvenes y la Política. Gente del Presente”
Marcelo Belinche

“De Jóvenes Violentados... El Caso de la Agrupación Hijos en La Plata”
Alfredo Alfonso y Magalí Catino

“Pizza, Birra, Faso. La Presencia de la Realidad en el Cine Argentino”
Carlos Vallina

“Historias del Conurbano. Veinticinco Tumbas Esperando una Flor”
Cristian Alarcón

“Nueva Resistencia Juvenil Urbana. Los Rollingas Cumbieros”
Cristian Scarpetta

CONVERSACIONES

Entrevista a Sandra Gugliotta.
“Filmar desde Adentro”
por M. Soledad López y Nicolás Koch

NOTA AL PIE

“El Arte de la Fuga”
Esther Díaz